lunes, 20 de abril de 2009

Bola de cristal

Del sueño más profundo que nunca viví, crucé el portal a una especie de jardín rodeado de sauces, donde mis pies cansados y heridos se curaron del torpe camino que escogí, cubierto de tulipanes y sintiendo solo el ruido del viento azotar el frágil y largo pasto. En la copa del sauce más alto, brillando como el mismo sol, la esfera que resguarda mis más terribles miedos espera por mi. Miré a mi peor enemigo al encontrar la bola de cristal, se formó lentamente durante tantos años. Un universo en el cual encerré mi dolor, intraspasable, cegador, inmutable y que succiona cada caída y decepción.
El duro frio de la noche derrite mis emociones, me deja vacío.
Puedo confundir mi mente y a Dios hoy, y quizás crea que esta vez su presencia taladra mi culpa y mis deseos.
En el fondo, guarda mis municiones, las suaves palabras, ellas son el escape para la desolación pasajera de miles de cosas que siguen en mi cabeza.
Esa desesperación que no puedo atravesar, similar a una perla azulada, que alterna la luz de la luna y el sol, se desvanece completamente y la incertidumbre derrumba mi cuerpo, mientras mi bola de cristal señaló que ningún camino es el correcto y no hay un error que sea el peor de todos...
El sueño se acabó, mientras el frio de la noche calaba en mis huesos y el eco del pasado golpeaba mi cabeza.

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